Los Apoderados como Corazón de la Comunidad Escolar. Entrevista a Patricia Serrano.

En el mapa de una escuela, las aulas son los salones de clase, pero el verdadero pulso late en las redes que tejen los apoderados. Lejos de ser una figura aislada que solo vela por las notas de su hijo o hija, el apoderado contemporáneo es un nudo esencial en una trama social que sostiene a toda la comunidad. Su labor es, ante todo, un acto de participación ciudadana en miniatura, donde se construye confianza, se resuelven problemas comunes y se fortalece el sentido de pertenencia.
Su rol trasciende la gestión individual de sus hijos para construir, desde la participación colectiva, un espacio de apoyo mutuo y cohesión social. El mayor reto: mantener viva esta red en un mundo individualista."
La Escuela como Plaza Pública
"Ser apoderado no es solo un deber, es una oportunidad para construir comunidad. Cuando organizamos una junta para arreglar la biblioteca o creamos un sistema de turnos para apoyar a los niños con más dificultades, estamos haciendo algo más grande: estamos enseñando con el ejemplo el valor de lo colectivo", afirma Patricia Serrano Altamirano quien es actualmente consejera y representante de los padres, madres y apoderados en el El Consejo de la Sociedad Civil - MINEDUC.
Esta visión transforma la escuela en una plaza pública, un espacio donde las familias se encuentran, dialogan y colaboran. Las actividades, como las kermeses o las jornadas de limpieza, dejan de ser un mero recaudo de fondos para convertirse en rituales que fortalecen los lazos sociales y generan un capital social invaluable para los estudiantes y sus familias.
Los principales desafíos que enfrentan son sociales:
Individualismo y Desconfianza: El principal obstáculo es la fragmentación social. "Cuesta que todos participen. Muchas familias llegan con desconfianza o con la idea de 'que lo haga otro'", comenta la asesora del COSOC-MINEDUC. Revertir esta dinámica requiere paciencia y líderes naturales que motiven al grupo.
Brechas Socioeconómicas: En cursos con realidades diversas, las diferencias en recursos y tiempo disponible pueden generar tensiones. El rol del apoderado, aquí, es clave para promover la equidad y buscar soluciones inclusivas que nadie quede fuera.
Comunicación en la Era Digital: Si bien los grupos de WhatsApp son una herramienta, pueden atomizar la conversación. El gran reto es usarlos para convocar, para privilegiar el encuentro cara a cara, donde se construye la verdadera confianza.
Falta de Espacios de Participación Real: A menudo, los apoderados sienten que su participación se limita a tareas operativas. El desafío para las escuelas es abrir canales para que su voz incida en decisiones participativas y de convivencia, sintiendo que son parte activa del proyecto educativo.
Una Inversión en el Bien Común
"Cuando los apoderados se organizan, ocurre algo mágico: la escuela se transforma. Los niños se sienten más contenidos, los problemas se resuelven mejor y se genera un ambiente de familia extendida", Esta participación no es un gasto de tiempo, sino una inversión en el bien común, que construye un entorno más seguro y estimulante para todos.
En definitiva, la labor del apoderado es un recordatorio poderoso de que la educación no es solo una tarea de profesionales, sino una responsabilidad compartida. Es en el microuniverso del curso donde se aprenden, en la práctica, los valores de la solidaridad, la organización y la vida en comunidad.